jueves, 17 de julio de 2014



EL MUNDIAL DE FÚTBOL Y WITTGENSTEIN


Octavio Acosta Martínez
octaviocultura@hotmail.com
Twitter: @snittker.com



          En uno de los días de descanso, cuando no hubo juegos del Mundial, estuve muy fastidiado. ¿Qué podría hacer para paliar la inquietud que me llenaba? ¿A dónde iría que no fuera un centro comercial donde hasta el vitrinear se ha devaluado?

          Tomé de la mesa el libro de Ludwig Wittgenstein, el Tractatus logico-philosophicus, que casi siempre me acompaña y una vez más me puse a examinarlo. Dos cosas debo decir acerca de este libro: 

  1. Él cambió en la primera mitad del  siglo XX todo el curso de la filosofía hasta ese momento (1921). Es decir, produjo una verdadera revolución filosófica.
  2. Yo llevaba 11 (once) años estudiándolo sin lograr entenderlo. Sabía que era muy difícil, el mismo Wittgenstein escribió: "Es... amargo pensar que nadie lo entenderá aunque se publique". Ese "nadie" incluía a Bertrand Russell, filósofo, lógico, matemático y escritor británico, propulsor del atomismo lógico dentro de la filosofía; y Gottlob Frege, matemático, lógico y filósofo alemán, padre de la matemática y la filosofía analítica. Con ambos mantenía Wittgenstein un intercambio permanente sobre sus estudios.
Ludwig Wittgenstein
          Claro está, a estas alturas, cuando me encuentro fastidiado esperando la continuación del Mundial, ya muchas personas lo han estudiado y entendido. De otra manera no se hubiese producido la tal revolución filosófica. Por otra parte, existe una amplísima gama  de formas de "no entender" en la infinidad de problemas que se le plantean al hombre. El "no entendimiento" de Russell y Fregue no tiene nada que ver con el de un pobre mortal como yo, y el resultado, en cada caso, no es el mismo. Yo no sabía siquiera de qué estaba hablando.

El Tactatus logico-philosophicus
          A través de estos once años consulté numerosos trabajos de especialistas en la filosofía de Wittgenstein para ver si a través de la vía interpretativa de otros lograba descifrar los misterios de esta nueva filosofía. Tampoco lo logré. Así que comencé, frustrado, a dejarlo por períodos y lo retomaba cuando me volvía a picar. "¿Cómo no voy a entender esta vaina?", decía; y una vez más me fajaba en mi infructuosa tarea de descifraje.

          Ahora,  cuando estaba ansioso por ver al día siguiente el partido entre Brasil y Alemania, el que seguía, tomé de nuevo el Tractatus, y me metí de nuevo en internet buscando alguna clave que me permitiese entenderlo. ¿Saben qué, amigos? ¡LA ENCONTRÉ!

          Entre internet y el libro comencé a entender por fin aquello que había cambiado el curso de la filosofía. Tomé el libro desde el principio (no lo he terminado) y a modificar toda una cantidad de anotaciones que fui haciendo en las márgenes del texto. Menos mal que las había hecho a lápiz, porque de verdad las bondades del borrador me libran ahora  de la ingenuidad de mi marginalia.


¡La clave! (tomada de la página de Alpha Centauris)

          Es posible que esto no sea un motivo destacado para alegrar tanto a alguien, pero yo me alegré hasta la excitación; tanto que pasé tres noches seguidas sin dormir. A las cuatro de la madrugada estaba yo en la cama pensando en Wittgenstein. Lo curioso es que luego me confundí todo, porque no estaba seguro de si ese estado de euforia se debía a mi hallazgo sobre el Tractatus, o por el 7 a 1 que le metió Alemania a Brasil. Indudablemente que las dos cosas me alegraron sobre manera. 

          



  

2 comentarios:

  1. En una oportunidad se me ocurrió escribir sobre Wittgenstein, entusiasmada por un pequeño libro que compré en la FILUC de un profesor de la UC que disertaba sobre la vida y obra de este filósofo vienés. El librito en cuestión se llama "Wittgenstein y la filosofía terapeútica", el punto es que no pretendo afirmar que sé mucho del filósofo por el simple hecho de haber tenido entre manos el libro mencionado o algunas referencias biográficas obtenidas en publicaciones de pensadores como Fernando Savater o Bertrand Russell, no, nada que ver, ahora, su artículo me hizo recordar el por qué de mi entusiasmo y es que este Tratactus explica sobre el lenguaje y aún cuando no puedo en este momento exclamar tal como lo manifiesta en este artículo, al menos me creó la curiosidad de investigar un poco más.
    Mis artículos, muy simples por cierto, se basan en el mundo que interpretó otro autor basándose en la obra de Wittgenstein, es decir, que ya existe un filtro por delante. Agradezco esa iniciación porque me permitió atreverme a explicar lo que había llamado mi atención de las ideas generales del Tratactus y bueno, es posible, no, es un hecho, que me quedé corta.
    La vida de Wittgenstein fue apasionante, eso de resistirse a las molduras académicas que pretendían asumiera cuando incursionó en la docencia universitaria, su experiencia en la guerra (allí escribió esa obra del Tratactus), su retiro a un pequeño pueblo como un simple maestro, la renuncia a bienes materiales provenientes de una familia con recursos económicos, sus extraordinarias habilidades para la ingeniería en el campo de la aeronáutica e imaginarme la epxresión de Russell cuando al leer el Tratactus concluyó con sorpresa ... Wittgenstein se volvió místico, pues son aspectos que han quedado en mi memoria y aquí las comparto.
    Gracias por la oportunidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, conozco el libro del que hablas ("Wittgenstein y la filosofía terapéutica"). Es de mi buen amigo y compañero de doctorado en ciencias sociales, José Antonio Díaz.
      Tuve algunas conversaciones con José Antonio acerca de Wittgenstein, pero tengo la impresión de que él creyó que yo sabía más de lo que era en realidad. En aquel tiempo él pensaba dictar un seminario sobre Wittgenstein y yo estaba invitado de antemano, pero nunca supe si este evento se dio.
      El libro de José Antonio, al igual que otros trabajos que leí, no me sirvió para aclarar las dudas, y más que dudas, el "no Entendimiento", sobre el Tractatus.
      El problema del Tractatus es que W. usa palabras que uno domina en el lenguaje corriente, e incluso en el académico, con significados diferentes. Conceptos, por ejemplo, como el de "mundo", realidad", "hechos", cosa", "caso", no coinciden con los que generalmente uno tiene. por otra parte, se necesita tener algunos conocimientos previos de ciertos conceptos de la lógica; como por ejemplo, el concepto de "proposición", y algo más. Con respecto a esto último no tengo mayores problemas, por cuanto he incursionado previamente en ello y he dictado, incluso, talleres relacionados; pero había que salvar algunos obstáculos antes.
      Hoy estoy en camino de entenderlo, gracias a una importante clave encontrada en una página web. Sin embargo hay que andar con cuidado. Cuando termine esta nueva etapa, entonces podré dar una opinión definitiva... (¿"definitiva"? ¿Es que hay algo definitivo?).
      Lo peor de todo es que después tendré que vérmela con "Las investigaciones filosóficas" donde Wittgenstein arremete contra todo lo que había escrito en el Tractatus. Por eso se habla del Wittgenstein 1 (el del Tractatus) y del Wittgenstein 2 (el de Las investigaciones filosóficas).
      Gracias, Solange, por el comentario.

      Eliminar