viernes, 19 de diciembre de 2014

SEXO ORAL


Sexo oral



Octavio Acosta Martínez
octaviocultura@hotmail.com
    Twitter: @snittker.com

          Las relaciones con mi médico han entrado en un terreno pleno de incertidumbres en el cual no sé si estaré tratando con un enemigo benévolo o con un amigo riguroso y exigente en el que toda su aptitud está justificada en la única y exclusiva idea de ayudarme. Él se ha dedicado sistemáticamente a prohibirme todo aquello que hasta ahora yo consideraba fundamental para llevar una vida agradable.

(Tendré que verlo sólo en fotos)
          Me prohibió el whisky, lo que hace sentirme sometido a una doble agresión: una por parte de él y la otra por parte del gobierno. El whisky, sin que nadie tuviera que prohibírmelo, ya ha adquirido niveles prohibitivos e inalcanzables para buena parte de una población catadora del agua de la vida. Sí, porque eso es literalmente entendido el significado del whisky: el agua de la vida. No debe ser tan malo, entonces. Y aunque tenga el precio que tenga, siempre queda la esperanza de que uno mediante un esfuerzo extra pueda adquirir una apreciada botellita. Pero con una prohibición médica...

           Claro, junto con el whisky viene también el resto de la comparsa: el ron, la cerveza y el vino. Pero éstos no me interesan tanto. Me gusta bastante la cerveza, pero las de mi agrado desaparecieron del mercado. Sólo queda la cerveza venezolana, "la mejor del mundo", que a fuerza de no sé qué política de mercado se convirtió en una caricatura de lo que antes era.
Ahora tenemos un batallón de "ice" y "light" que a punta de propaganda, apoyada fundamentalmente en la figura insinuante de chicas super buenas, el hombre venezolano renunció pasivamente a aquella cerveza fuerte y amarga "para hombres", de antes, por esta legión de lights para señoritas. No me importa que el médico me la prohíba.

          En cuanto a las comidas, mi médico arremetió con saña bolivariana. Me prohibió casi todo lo que como: arroz, arepa, pan (soy un gran panero), papa, tubérculos, pastas, yuca, refrescos azucarados (¿cuáles refrescos no son azucarados?), panelas de San Joaquín, helados, leche condensada (me dejó frío con lo que tenía listo para preparar un ponche crema criollo), cazabe (¡prohibirle a un nativo de Ciudad Bolívar que coma cazabe!). Edulcorante sí, azúcar no (una nueva búsqueda, un nuevo sufrimiento: los edulcorantes). Batata no, caramelos no, ñame no, chocolate no, café no (¡Dígame! ¡Mi amado café! ¡La otra bebida de los dioses,... aparte del whisky!), algodón de azúcar, granos (¡y mi palo a pique qué!).

          En cambio, deberé tomar 8 vasos ("al menos") de agua al día. Si no me ahogo antes, tendré que pasar todo el tiempo orinando.

           Además, me prescribió unos ejercicios en los que hay que mover la mandíbula hacia los lados, el mayor número de veces que pueda durante el día. Es que tengo un hongo alojado en la Trompa de ... ¿cómo se llama la trompa ésa que está en el oído,... siempre me confundo. En fin, las dos son esposas de maracuchos, una es "de Falopio" y la otra es "de Eustaquio". Me imagino que con tanto movimiento el hongo se mareará y se irá. Ahora tengo que estar pendiente de que nadie me vea cuando estoy en público o disimular tapándome la boca para que no crean que estoy loco haciendo esas muecas.

       También deberé caminar una hora al día. Esto, en principio, no parece malo, pero cuando le conté que la última vez que lo hice me asaltaron en el Cerro El Café y me quitaron hasta los zapatos, me dijo:
          -Búscate un lugar seguro. En el parque Negra Hipólita (o Peñalver), tienes una buena caminería para hacerlo.
          -En ese parque asaltaron a una mujer mientras trotaba, y la mataron -le respondí.
          Ante lo que tajantemente me ordenó (era una orden):
          -Yo no sé, vas a tener que caminar entonces en el techo de tu casa, pero tienes que caminar.

            Bueno, así han sido las traumáticas relaciones con mi médico. Pero no crean que eso es todo, en la última sesión de esta semana llegó al colmo: me prohibió el sexo oral.

           ¿Entonces? ¿Qué quiere que haga?

            Tendré que aprender a hacer el sexo escrito.