LA SITUACIÓN ACTUAL DE VENEZUELA
POR
QUÉ NO CREO EN DIÁLOGO
Octavio
Acosta Martínez
Twitter@snittker
Ya lo he dicho otras veces, no
creo en el diálogo para la actual situación política de Venezuela. No es
posible el diálogo porque no tenemos un interés común, un objetivo fundamental
que nos impela a buscar acuerdos para su consecución.
No queremos lo mismo, a menos que nos conformemos en la
superficialidad de frases matraqueadas que por su generalidad y vaguedad no
dicen nada: “queremos la paz”, “nuestra
lucha es por la verdad”, “luchamos por la dignidad del pueblo venezolano”, “defendemos
la patria y la independencia”, “¡lucha contra la corrupción, la inseguridad y
el alto costo de la vida!”, “por el derecho a la libre expresión”,… Y pare
usted de contar. Esto lo dicen todos y parecería paradójico que bajo estas
consignas hubiera dos partes enfrentadas en un conflicto sin vías de solución.
Un observador desprevenido del exterior se sentirá sorprendido al ver tal grado
de enfrentamiento en Venezuela cuando tanto gobierno como oposición enarbolan
las mismas consignas. Quiere decir que
hay algo más, algo que va más allá de las palabras cotidianas de conveniencia
que se pronuncian para estar bien con la opinión. Hay una ética general
tácitamente aceptada que pasa por enarbolar banderas cuyas causas no se
practican en la mesa de toma de decisiones. No es posible imaginarse un
gobernante que se confiese corrupto o que conociendo la corrupción desatada que
se mueve dentro de sus propios colaboradores irrumpa en forma decidida para
acabar con ella. No me imagino un presidente que diga: “Sí es verdad, la pobreza en Venezuela es galopante, pero no podemos
acabar con ella porque ése es precisamente nuestro capital político. Lo que
debemos es diseñar paliativos, planes asistenciales, algunos subsidios
alimentarios, planes de salud sencillos, algún que otro plan de vivienda, pero
sin acabar con el problema, para hacer que esta pobreza sea más tolerable y el
pueblo sienta que hay un gobierno que se preocupa por él. Incluso, hacer de la
pobreza una virtud y recaer sobre “los ricos” toda la carga de su precaria
situación y la culpa de que no puedan salir de ella. Hay que otorgarle incluso
un hálito religioso: “Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino
de Dios”. Los pobres constituyen la base de sustentación del gobierno, pero
también hacen falta los ricos, para tener a quienes echarles la culpa del fracaso.
No, un diálogo verdadero tendría que ir hasta el fondo de
las cosas, a la esencia del fenómeno político que está sobre el escenario. Y
eso no se va a lograr, porque la clase gobernante no puede, por razones
estratégicas, destapar las cartas ocultas de su juego. Si nosotros las sabemos,
por lo menos en sus aspectos fundamentales, es porque existe un proceso de
observación inteligente y procesos deductivos que entrenados adecuadamente
permiten leer “entre líneas” y descifrar los mensajes ocultos de las decisiones
políticas.
Pero el gobierno nos lleva varios pasos adelante gracias al
hecho mismo de manejar los resortes del poder. Nosotros siempre vamos detrás,
manejándonos en el campo de las interpretaciones y sentando protestas no
escuchadas por las decisiones que ya el gobierno ha puesto en práctica. Y no se
trata en este caso de un gobierno y un poder que se pare en consideraciones
éticas ni morales para imponer su verdad y
lograr sus objetivos hegemónicos. Por eso no creo en el diálogo. Y tampoco lo quiero, si resultase que en aras
de una supuesta paz tengo que aceptar que el país se desvíe por el camino
incierto –quizás más bien cierto- de
un modelo político fracasado que ha sido de funestas consecuencias en todas las
latitudes donde éste se ha implantado. Para mí, el supuesto e idílico diálogo
tendría que comenzar por la disposición comprobada del gobierno de no insistir
en la implantación de este modelo socialista revolucionario bolivariano que más
de la mitad de la población ha rechazado y una gran parte de la otra casi mitad
no sabe siquiera de qué se trata. Pero sabemos que el gobierno no va a negociar
su proyecto, la esencia de haberse mantenido allí durante 15 años.
Por otra parte, es sumamente difícil dialogar con alguien a quien no se le puede creer nada, y eso es lo que me pasa exactamente con este gobierno:
no le creo nada. En un hipotético acuerdo que se llegare con él su parte
tendría que ser suministrada “al contado”, porque la experiencia, su carta de
antecedentes, la experiencia acumulada con él, no me permite otorgarle el más
mínimo crédito. Quizás debería hacer una corrección: sí le creo cuando amenazan
con alguna medida que nos va a causar un mal o producir alguna molestia. Ahí
son increíblemente efectivos.
MIS
CONDICIONES PARA EL DIÁLOGO QUE NO SE VA A DAR
Vamos al terreno práctico.
¿Cuáles serían mis condiciones mínimas para iniciar un diálogo? Establecerlas
es fundamental, las partes que dialogan lo hacen sobre la base de una plataforma
mínima que debería cumplirse para que el intercambio sea fructífero y no se
convierta en un saludo a la bandera, como lo han sido tantos, en Venezuela y en
el mundo. Éstas serían las mías:
1.
Revertir las medidas tomadas para imponer el
modelo político bajo la denominación de Socialismo del Siglo XXI. Esta
reversión deberá materializarse en
·
Aceptación del gobierno de revertir las leyes y modificaciones
de leyes que fueron rechazadas en el Referendum Constitucional de 2007, e
introducidas luego en diferentes leyes orgánicas posteriormente aprobadas,
algunas de ellas bajo régimen de Ley Habilitante.
·
Compromiso del Tribunal Supremo de Justicia de
declarar la nulidad de estas leyes y/o sus modificaciones, aprobadas luego de
haber sido rechazadas en dicho Referendum Constitucional.
2.
Este punto anterior es fundamental para el
inicio de cualquier diálogo; por supuesto, considerando que yo fuera uno de los
dialogantes. No puedo de ninguna manera aceptar que la voluntad de un
electorado, claramente expresada en un proceso de votación para el que fue
convocado, sea descaradamente burlado aprovechándose de una mayoría legislativa
con una caprichosa interpretación de sus funciones. El desconocimiento de una
voluntad expresada siguiendo todas las pautas establecidas para la
participación democrática incide en la pérdida de la fe en el voto y hace que
el ciudadano busque soluciones por otras vías alternativas (la protesta de calle, por
ejemplo). La desobediencia civil comienza a perfilarse como una alternativa
válida. No puedo comprometerme, si ello forma parte de las exigencias del
gobierno, a aceptar el levantamiento de una protesta activa en la calle bajo la
aceptación por mi parte del violentamiento de la voluntad expresada en las
urnas.
El
desconocimiento de la voluntad expresada en el Referendum Constitucional es aún
más grave que el burdo manejo que se dio al resultado de la última elección
presidencial, a la auditoría chucuta con que se respondió al candidato
supuestamente derrotado. Por lo menos en este caso queda la duda sobre la
idoneidad del proceso y sobre la verdad del verdadero resultado si la elección
hubiese sido limpia y transparente. Pero en el referéndum Constitucional de
2007 no hubo duda alguna: las modificaciones fueron rechazadas y así fue
reconocido por el CNE y por el Ejecutivo proponente. ¿Cómo es que
posteriormente fueron introducidas por gotas en leyes subordinadas a la
Constitución?
3.
Reconocimiento del gobierno de que no hay
independencia de poderes y compromiso de su parte a dar los pasos necesarios para
restituirla. Esto pasaría por:
·
Renovación del CNE, TSJ, Fiscalía General,
Contraloría general, Defensoría del Pueblo. Diseñar procedimientos con la
participación de la oposición organizada de tal manera que ambas partes,
gobierno y oposición, lleguen a un consenso sobre la idoneidad e independencia de
los nuevos representantes nombrados.
·
Diseñar mecanismos idóneos en el funcionamiento
de la Asamblea Nacional para acabar con la aplanadora sistemática de una
mayoría sobre una minoría que nunca tiene derecho a nada y sus puntos de vista
jamás son escuchados, mucho menos tomadas en consideración sus propuestas. En la actual Asamblea Nacional hasta las
tribunas oficialistas hablan y actúan mientras se le coarta a la oposición el
derecho más elemental que puede tener allí un diputado elegido por un sector de
la población: el derecho a ejercer la palabra.
En estos
dos subpuntos anteriores tampoco creo que el gobierno y demás poderes del
Estado vayan a hacer concesión alguna. Precisamente este juego a cuadro cerrado
que ellos realizan es lo que garantiza la imposición de su modelo socialista
por las vías “legales” heredadas de la democracia, aplicándolas en forma
descaradamente arbitrarias. Yo no dialogo bajo la condición de aceptar este
esquema.
4.
Eliminación de la variable Cuba. ¿Qué hacer
con Cuba? Cuba está en el centro del problema. ¿Habría que introducir a Cuba en
la mesa de diálogo? Por supuesto que no, esto es un problema de soberanía. Pero
Cuba está ahí. Cuba se está jugando la vida en la revolución bolivariana. El
difunto y su chavismo fue la tabla de salvación que le mandó Dios (es un decir)
a la revolución cubana, cuyo fracaso había alcanzado niveles que la ponía al
borde del naufragio definitivo. Pero llegó
el comandante (el venezolano) y mandó
a parar. Ahora Cuba está metida en Venezuela hasta los tuétanos. Ella está en
las decisiones estratégicas fundamentales, pero no aparece directamente en la
escena. ¿Cómo realizar un diálogo sin considerar esta variable? ¿Qué
tratamiento dar a variables ocultas e inconfesas como la presente? El asunto
está que con su desconocimiento, con hacerse el loco, no se podrá llegar a nada
verdaderamente relevante. No me imagino al bigotúo
de Miraflores, sentado en una mesa de diálogo con la oposición y llegando a
acuerdos sustanciales con ésta sin levantarse de la mesa a realizar consultas,…
¿Con quién? No quiero insistir mucho sobre esto porque se trata de una realidad
que todo el mundo conoce, aunque no sé si todos la habrán ponderado en sus
verdaderas dimensiones. Pero nada más que por esto, creo que el diálogo es
imposible.
5.
Hay otros puntos que considero menos
relevantes, aunque tienen su importancia, sobre los que sería posible “dialogar”
y obtener algunos acuerdos con el gobierno. Sería posible llegar a un acuerdo
sobre los presos políticos, incluso la liberación de Simonovis. Sería posible
lograr la liberación de Leopoldo López. Sería posible obtener ciertos espacios
en los medios de comunicación y se podrían detener algunas medidas de censura impuestas
a ellos. Sería posible lograr del gobierno el aguaje de investigar ciertos
excesos de las fuerzas del orden y prometer castigo a los culpables “vinieren
de donde vinieren”. Sería posible emprender algunas medidas de abastecimiento.
Sería posible acentuar medidas contra la inseguridad. Otro aguaje posible es el de combatir la corrupción. De hecho, el mandato bajo
Ley Habilitante que goza el bigotúo
de Miraflores, fue dado precisamente para acabar con la corrupción. No sé si
dentro de las variables de la inseguridad está contemplada el exceso de las
fuerzas policiales. Para mí la diferencia que hay entre que me atropelle y/o me
mate un delincuente común, o lo haga un guardia nacional, es irrelevante, de todas
maneras voy a quedar bien muerto.
¿CUÁL ES LA SALIDA?
Hay varias, siempre hay salidas. Las salidas se acaban
cuando decimos que no tenemos ninguna. Quizás tenga alguna para ofrecerles, lo que trataré en un próximo artículo. Mientras tanto tengo algunas certezas parciales. Una de ellas
va en sentido negativo y la he expresado en este trabajo: no creo que sea
posible diálogo entre dos modelos diferentes y antagónicos. No hay que confundir diálogo con negociación. La negociación sí es posible, pero para negociar con gobiernos autocráticos y dictatoriales hay que ir respaldado por una fuerza que los obligue a sentarse para llegar a ciertos acuerdos. No se trata de esa cuchufleta que se instaló en Miraflores para hablar sobre la paz. La historia ha enseñado
que la contradicción se resuelve por la imposición de un modelo sobre el otro. Así
que nuestra lucha tiene que ir en el sentido de rescatar y perfeccionar el
modelo político democrático. Otra va en sentido positivo: mientras tanto
(recalco el mientras tanto) y en aras de construir esa fuerza que obligue al gobierno a sentarse, escuchar y hacer reales concesiones, y finalmente lograr la verdadera transformación democrática, debemos mantener la protesta viva, activa, de calle que comenzó el 12 de febrero. Mantener
la firme actitud de que no aceptaremos el modelo socialista con los fuertes matices
fascistas que el gobierno trata de sostener. No aceptaremos ese modelo y no
podemos escatimar esfuerzos para demostrarlo. Pese a todas las críticas que se
han hecho a las protestas, algunas de ellas provenientes de nuestros propios
aliados, algunas con fundamentos y otras impregnadas de la ingenuidad de un
cuento de hadas, las protestas han producidos efectos altamente positivos (leer
en La Braga Azul anterior PROTESTA
PACÍFICA ¿QUÉ ES ESO?). No podemos cejar en ello. El rescate de la calle es
fundamental. Esos son espacios que nos pertenecen y nos habíamos dejado quitar.
Pero ahora estamos ahí y ahí debemos permanecer. De forma pacífica, como le
gusta a tanta gente, pero también firme y decidida. Pero eso no basta, si algo
ha demostrado este chavismo es su insensibilidad a todo movimiento de protesta,
sea de la naturaleza que sea. Ellos pueden dejar que el país se vuelva añicos
sin dar su brazo a torcer en su loco y anacrónico proyecto. Por eso hay que
hacer algo más. Hay que poner las neuronas a trabajar, para eso tenemos tantas
en el cerebro. Hacer una vigilia colectiva de neuronas para parir la salida que
necesitamos. Siempre hay una salida. De eso trataré ¿ya lo dije? en el próximo
artículo.
Bueno tu articulo, coincido contigo que aqui no habra dialogo. negociacion tal vez. Saludos
ResponderEliminarBrillantes tus razonamientos, amigo, te felicito. ¿Será que hay que "negociar" con Raúl y no con Nicolás? ¿Quién manda aquí? ¿Quién representa a la oposición?
ResponderEliminarHabria que diseñar una manera de hacerle entender a todos los que ni siquiera saben lo que esto significa y lo que se les avecina y lo digo con propiedad porque tengo un familiar que desde siempre ha enarbolado la bandera de cuba y VIVA Fidel y les comento que ahora cuando ya tiene a Cuba cerquita y esta viviendo las restricciones de este regimen, está reculando porque ve ahi mismito lo que se le avecina. Es una comunista estrasnochada e irresponsable que vivio creyendo en el mar de la felicidad (sin saber lo que eso es en realidad) y ahora esta abriendo los ojos.
ResponderEliminarUna dura realidad....muy bien planteada, con muchos asteriscos por analizar, para ver estrofa por estrofa. Deja una sensación de nostalgia o quizá un presagio no tan bueno de lo que pueda pasar por posiciones tan antagónicas y por un Gobierno que no quiere ceder.
ResponderEliminarProfesor Octavio Acosta, le felicito por su analisis impecable de la situacion Venezolana, coincido con ud. ciento por ciento, el problema No. 1 es que mucha gente de la oposicion, y muchos que apoyan el chavismo no estan claros en esto, en el tremendo enredo que nos metio el Tcnel Chavez, y ya les molesta que tranquen las calles, que haya protestas, y que se haya extendido esta ya por casi un mes, pareciera que la gente lo que quiere es volver a la vida tranquila, de ir al trabajo, disfrutar de los sabados y domingos y de disfrutar los dias de fiesta, poder viajar, y dejarle el asunto de la politica a los politicos.
ResponderEliminarSi esto fuera una situacion como la viviamos en la Cuarta Republica de tenernos que calar un gobierno adeco o copeyano y tener que esperar unas elecciones para intentar cambiarlo, no habria problema, teniamos unos poderes publicos independientes, tanto el Congreso, como la Fiscalia, y en cierta medida el Poder Judicial, y las FAN eran "Apoliticas" y no habia este descaro de ahorita donde todos los poderes del estado y las llamadas FANB estan no al servicio del Pais, sino del Regimen, del partido de Gobierno (PSUV) y claramente al servicio del Proyecto Totalitario, hegemonico, de implantar un Sistema politico llamado Socialismo del Siglo XXI, o Neocomunismo, que sus partidarios estan y quieren ensayar en Venezuela y otros paises de Latinoamerica, bajo la direccion de un pais Regente (Cuba), tal cual la famosa Union de Republicas Socialistas Sovieticas, que lo llaman Bolivarianismo por aquella romantica idea de Bolivar de querer unir todos los paises de la America en una Gran Nacion para contrarrestar el poderio de los Estados Unidos de America.
Estoy todavía reflexionando en la descripción de lo que significa una protesta pacífica. Cuando lo tenga más claro, lo comparto.
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