martes, 14 de julio de 2015

El cosmos del hombre que está en el cosmos

OCTAVIO ACOSTA MARTÍNEZ

                    

         La aseveración de Edgar Morin acerca de que el hombre, tal como el punto de un holograma, lleva el cosmos en sí, no es una simple metáfora, literalmente es así.

"Como si fuera punto de un holograma, llevamos en el seno de nuestra singularidad, no solamente toda la humanidad, toda la vida, sino también casi todo el cosmos, incluyendo su misterio que yace sin duda en el fondo de la naturaleza humana." (Los siete saberes...)
            
            Cuando decimos que todos somos uno, eso es realmente cierto. El mundo entero está hecho con átomos, y nosotros que formamos parte del mundo, estamos hechos totalmente de átomos. Como los átomos están en todas partes, cada vez que respiramos inhalamos millones de ellos. No todos los átomos que inhalamos los exhalamos de inmediato, algunos se quedan con nosotros durante un tiempo, ya que nos alimentamos en cada respiración, pero tarde o temprano todos nuestros átomos, es decir, nosotros mismos, terminarán repartidos entre el resto de la humanidad. Cuando estamos en un salón de clases, o en alguna reunión cualquiera, estamos también intercambiando constantemente nuestros átomos con todos. Los átomos que yo exhalo se lo tragan los demás, mientras yo me trago los átomos de todos ellos.                                                                                         
         
       Los átomos que están contenidos en un simple suspiro son más numerosos que toda la población del planeta y que la suma de todas las poblaciones que han existido en la historia de la humanidad, y cada vez que inhalamos recibimos átomos de todas las personas que han formado parte de esas poblaciones. Así, el intercambio no es sólo con las personas de nuestro salón, sino también con el planeta entero, con el presente y con el pasado; nosotros respiramos nuestro pasado y el futuro nos respirará a nosotros.

         Los átomos son verdaderos bloques con los cuales está construido el universo (no los tan buscados "ladrillos"), pero no todos los bloques son del mismo tipo, existen alrededor de 100 tipos diferentes de átomos que se combinan para formar toda la materia, viviente o inanimada, conocida. La descripción de estos átomos los pueden encontrar en la Tabla Periódica que seguramente estudiaron en bachillerato y en algunas de sus carreras universitarias. Cuando hablamos de átomos estamos hablando también de “elementos”; a éstos se refiere fundamentalmente la Tabla Periódica. Elementos son, por ejemplo, el hidrógeno, el oxígeno, el litio, el manganeso, el cobre, el neón, etc. Lo que distingue un elemento de otro es el tipo de átomo que lo conforma.
         A pesar del número de elementos que he mencionado, son muy pocos los que encontramos en los materiales de nuestra vida diaria (alrededor de 14), los demás son relativamente raros. Los seres vivos, por ejemplo, nos componemos fundamentalmente de cuatro elementos: carbono (C), hidrógeno (H), oxígeno (O) y nitrógeno. En este sentido, los seres humanos no somos tan exclusivos, nos parecemos mucho a los perros, a los gatos, a las mapanares (de esto no hay duda), a la mata de trinitaria que tenemos en nuestro jardín y a las hojas de lechuga que nos comemos en las ensaladas. ¿Por qué somos entonces tan orgullosos? Tal vez será porque el orgullo no está formado por ningún elemento, sino que se adquiere por otra vía. En algún otro momento en que me sienta animado a escribir sobre algo intrascendente, como esto, tal vez les hable de  la base científica del orgullo.

         Los elementos no se encuentran por igual cantidad en el universo, y ya aquí comenzamos a encontrar “elementos” de diferenciación. El hidrógeno constituye más del 90% de los átomos del Universo, por lo menos del Universo conocido, y es el más liviano de todos. Podemos decir por tanto, que el Universo es relativamente “liviano”, pero con mucha candela.
El hidrógeno es el combustible del Universo. Cuando se consuma todo este hidrógeno, ¡adiós luz que te apagaste! ¿Qué tal que el 90% fuese de plomo? Nosotros  echamos mucha broma con la pesadez del plomo ("cierto personaje que algunas veces veo en televisión cuando paso los canales en busca de algo interesante -tiene bigotes-, me cae como un plomo"), sin embargo, no es el elemento más pesado en la naturaleza -(No, tampoco es el Capitán)-, ¿saben ustedes cuál es?... Tarea para la casa.

         Ahora tenemos una pregunta muy interesante: ¿de dónde salen los átomos? Tenemos ya, parcialmente entendida la mitad (la tercera parte, mejor) de la aseveración de Morin. Sabemos que literalmente llevamos a toda la humanidad y toda la vida en cada uno de nosotros, pero necesitamos aclarar por qué “casi todo el cosmos”; para eso trataré de responder esta pregunta. Debemos referirnos a la “antigüedad” de los átomos. Muchos son tan antiguos como el propio Universo, y el Universo tiene una vida estimada en 15 mil millones de años (eso dicen), lo que ha transcurrido desde el big-bang hasta aquí. ¿Saben ustedes cómo se llegó a la teoría del big-bang? Mediante una simple aplicación del efecto Doppler que estudié en quinto año de bachillerato y en primer año de ingeniería. ¿Qué es el efecto Doppler? Ésta es la segunda tarea que dejo. Por ahora me permito expresar mi admiración de cómo la ciencia “caduca” - la que ha llegado a su fin, sobre todo la física clásica, vilipendiada por posmodernistas y demás aficionados a  modas intelectuales, por quienes jamás han resuelto una integral en su vida ni saben cuál es su significado, ni les ha pasado una ecuación diferencial por sus manos - haya podido dar la explicación del origen nada menos que del Universo, sin que hubiese salido hasta el momento ninguna otra teoría que la contradiga,  mediante la aplicación de un efecto que cualquiera lo puede percibir con sólo pararse un rato en el borde de una autopista, o hasta en la misma puerta de su casa si por allí pasa algún émulo de Schumacher.
           Pero me estoy desviando del tema.

         Pues bien, la mayor parte de los átomos son tan o más antiguos que nuestro sistema solar. Quiere decir que existían mucho antes de la vida en la Tierra. Los átomos se reciclan en todas las formas de vida y también en las inanimadas. Cada uno de nosotros es producto de un reciclaje. Todos estamos hechos con los mismos átomos, los mismos, literalmente, porque nos los traspasamos, nos los prestamos y los devolvemos en su debida oportunidad. Cuando yo exhalo, mi aire exhalado tarda aproximadamente unos 6 años en esparcirse por toda la atmósfera. En un promedio de 6 años, entonces, cada persona de este planeta inhalará por lo menos uno de los átomos que en este preciso momento estoy botando. Pero como yo tengo unos cuantos años viviendo, cada una de las personas de este planeta tiene átomos de Octavio desde hace mucho tiempo, ¡me siento realmente importante!


Esta multitud ¿dónde será? Ni idea. Pero todos ellos tienen átomos míos.

          Ustedes, quienes me están leyendo, tienen en sus cuerpos átomos míos (aunque les pese). El problema es que yo también tengo de ustedes. También tengo átomos de Simón Bolívar (¿no me han notado ningún parecido?); pero como todo el mundo tiene átomos de Simón Bolívar, algunos se lo toman muy en serio y se creen la reencarnación de él. No crean que estoy pensando en el innombrable, ni siquiera me acuerdo ya de él (menos mal que lo olvidé). Tengo, además, átomos de Jean Paul Sartre, de Heráclito y de Buda, pero también  de Hitler y de Nerón...y hasta de Morales Bello ¡qué vaina! Si somos tan iguales ¿por qué somos tan diferentes? Bueno, lo que pasa es que los átomos están combinados de maneras diferentes...y algo más.

¿Por qué estamos hablando sólo de personas? Los átomos pasan y forman parte de las personas, pero no tienen su origen en ellas, como hemos visto, sino en el origen mismo de las estrellas. Los elementos de que estamos principalmente formados (carbono, oxígeno, nitrógeno, hidrógeno) tuvieron su origen en las “entrañas” de las estrellas que hicieron explosión durante y después del gran carajazo (big-bang), así que estamos hechos de polvo de estrellas;  no en sentido metafórico, sino literalmente. Nosotros somos producto de un polvo.

         ¿Quieren saber más sobre los átomos? Ustedes me lo dicen –si se toman la molestia de hacer algún comentario- y yo con mucho gusto escribo otros tips. Por ahora, sólo quiero cerrar el ciclo de éste y llegando nuevamente a la cita de Morin, espero haber contribuido en la aclaratoria de su expresión literal.
También siento que estoy contribuyendo a darle un toque de transdisciplinariedad al conocimiento, a pesar de que muchos intelectuales, sobre todo de las ciencias sociales,  critican  la ciencia, la tecnología y a su soporte disciplinario (la física), pero no les piden su opinión a los profesionales que militan en estas disciplinas. La transdisciplinariedad consiste sólo en que se le permita a un ingeniero hacer un doctorado en ciencias sociales.

 Morin habla también del misterio que yace en el fondo de la naturaleza humana y, efectivamente, hay un misterio, lo que permite la especulación filosófica y epistemológica; pero para esto están los especuladores de oficio.

Si quieren saber más sobre el tema les recomiendo la lectura de un texto que se llama “Física Conceptual”, de Paul G. Hewitt, segunda edición, Addison-Wesley Iberoamericana . De este libró me copié, o plagié, pero ahora diré que forma parte de mis intertextos. También pueden consultar  “Física, principios con aplicaciones”, de Douglas C. Giancoli, cuarta edición, Prentice-Hall Hispanoamericana. O cualquier texto de física de los que usan los estudiantes de ingeniería o de ciencias (FACYT) en nuestra Universidad de Carabobo.

 Hasta el próximo tip.

                         Yo, Octavio, o sea, ustedes.







1 comentario:

  1. Hace unos dias ,cuando mi hija celebró su cumpleaños, quedó la sala llena de polvo, me dí cuenta cuando tomé mi notebook que antes estaba limpia y pensé en la gran cantidad de piel que estaba esparcida por mi sala con tanta muchacha. Eso se puede tomar como ejemplo visual de ese intercambio que vivimos a diario sin siquiera notar, la ley de vida, como los tres mosqueteros: " uno para todos, todos para uno". La primera tarea está lista, el elemento más pesado de la naturaleza se llama Coppernicio y fue hallado en laboratorio hace unos años, por cierto aquí en Alemania. Antes tenía solo la denominación 112. besitos padre mio.

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