viernes, 21 de febrero de 2014




RUBÉN BLADES


Octavio Acosta Martínez
octaviocultura@hotmail.com
Twitter@snittker



     Voy a salir de Rubén Blades de una vez, ya que lo prometí (en facebook), pero no lo haré con la extensión y profundidad que pensé inicialmente. Al fin y al cabo, Blades no es el enemigo. Su pecado, si es que se puede considerar de esta manera, ha sido la de asumir esa clásica posición ecléctica de ser amigo de todos y darles un golpecito aquí, otro allá, para mostrar ecuanimidad y demostrar que se desea el bien común. Lo que sucede es que generalmente, cuando se adopta este pretendido plano de neutralidad, distribuyendo equitativamente la carga de las culpas, se tiende a caer en ingenuidades que en ciertos casos son inaceptables. En su carta a los venezolanos Rubén Blades ha caído en tal debilidad, aceptada en un cantautor que compone interesantes -varias muy buenas- canciones de contenido social, pero inaceptable en quien ha aspirado acceder al puesto de conductor político de un país.


   En su carta, Blades hace una curiosa mezcla de criterios de clasificación en una sola clasificación y divide inicialmente a la población venezolana en dos toletes: gobierno y oposición. Luego introduce una tercera clase: los estudiantes. En esta última deposita él sus esperanzas, asignándole incluso funciones rectoras de educación y formación hacia las otras dos. Esta clasificación, para ilustrar, se me hace algo parecido a que dividiéramos la especie humana en hombres, mujeres y cantantes. La falla es evidente: hay cantantes hombres, cantantes mujeres, y hombres y mujeres que no son cantantes. Obviando por supuesto, sutilezas tales como la reivindicadora clasificación bolivariana de cantantes y cantantas.

     Blades no ha percibido que la población estudiantil venezolana tampoco ha escapado a la división en los toletes gobierno y oposición. Para nosotros ya es habitual el ver los innumerables actos que hace el gobierno con sus fracciones estudiantiles adscritas. El gobierno también tiene sus piquetes patoteros estudiantiles. El Arco de Bárbula de la Universidad de Carabobo es testigo de la infinidad de autobuses y gandolas quemados, de transportes de alimentos saqueados y luego también quemados, y guarimbas (cauchos quemados, pupitres atravesados, enfrentamientos con la policía), todo lo que hoy se le critica a la oposición, realizado por estudiantes afectos a la revolución. Si el Arco de Bárbula pudiera hablar, cuántas historias estarían contando. 
     El vehículo que fue introducido a la plaza cubierta del rectorado de la Universidad Central de Venezuela, con la consiguiente destrucción de infraestructura y de valiosas obras de arte fue realizado con la anuencia y participación de estudiantes afectos a la revolución bolivariana.

     En este oscuro período de 15 años de revolución hemos visto desfilar dirigentes estudiantiles de ambos bandos que se gradúan y pasan a ocupar posiciones eminentes en representación de sus respectivos comandos. Unos pasan directamente del salón de clases y de su actividad política callejera a ocupar carteras ministeriales, otros a curules legislativos, a alcaldes o a altos cargos en instituciones que de una u otra manera determinan o afectan la suerte del país. Fue notable el caso de un ex-presidente de FCU que se hizo famoso por aquella frase: "¡el veintiooooocho!" Después cayó en desgracia y se pasó a la oposición, pero yo no me confiaría mucho.

     Quiero, no obstante, reivindicar el papel estudiantil -de un sector estudiantil- en el actual conflicto. Ha sido un motor importante en la conducción de la protesta, la cual comenzó precisamente el Día de la Juventud. La juventud, el desprendimiento, ese arrojo propio de los años mozos, la verdosa sensación de no tener nada que perder, la vitalidad para el aguante de agotadoras jornadas, actúan como combustibles psicológicos para mantener encendida la llama de la disidencia. Pero no estoy de acuerdo en aprovecharse de tal vitalidad y desprendimiento estudiantil para hacer recaer sobre él toda esperanza y responsabilidad en el cambio.

     Es verdad, quienes hemos superado las primaveras de los años juveniles tenemos mucho que perder (familia, hijos, casa, trabajo y otras cosas de las que somos responsables), pero el reto está en descifrar cómo será nuestra participación en esta lucha (palabra que no es tan de mi agrado, pero que lamentablemente es así, una lucha) y entender que de todas maneras el país se dirige paulatinamente a la pérdida  de eso que tanto estimamos. No queda pues otro remedio, hay que defenderlo.

     Hay otros aspectos mal tratados por Blades, como la afirmación de que unos y otros hemos tenido la oportunidad de servir al país (se entiende que en funciones de gobierno) y hemos fracasado en el intento. Muchos años han pasado desde la instauración de la democracia en Venezuela y hoy existe una generación emergente que no ha tenido esta responsabilidad que Blades le atribuye. Muchos de los "viejos" tampoco la hemos tenido, pues la suerte no nos la ha brindado o nuestra ubicación política no la ha permitido. Pero no ahondaré en este aspecto y dejaré que cada quien haga su propia reflexión al respecto.

     Por otra parte, existe una carta-respuesta publicada por la diputada Delsa Solórzano muy bien sustentada, cuya lectura recomiendo. Allí encontrarán puntos que no he tratado en este escrito. Repito que Rubén Blades no forma para mí parte del enemigo y sólo ha pecado en mi concepto de una gran ingenuidad política. Pareciera que él se expresa mejor con sus canciones, muchas de las cuales constituyen íconos en la música popular caribeña. Dentro de éstos coloco a Pedro Navaja y a Chica plástica. Les dejaré aquí el enlace de la carta de la diputada Solórzano, para la información y formación política, y la versión de Pedro Navaja para  el deleite y terminar así con la parte más positiva de Blades.



http://partidounnuevotiempo.org/inicio/index.php/noticias/1473-delsa-solorzano-a-blades










     

    


2 comentarios:

  1. Venía dándole vueltas a mi comentario desde que publicó esto. Me quedo con dos ideas que me parece necesario resaltar, transcribo:

    "Pero no estoy de acuerdo en aprovecharse de tal vitalidad y desprendimiento estudiantil para hacer recaer sobre él toda esperanza y responsabilidad en el cambio."

    La otra ...

    "...el reto está en descifrar cómo será nuestra participación en esta lucha"

    En el primer caso estoy totalmente de acuerdo. Desde el triunfo de la oposición en el año 2007, cuando los estudiantes fueron clave en el trabajo que desplegaron en aquella oportunidad, el movimiento opositor no ha podido conformar un plan efectivo que aglutine el descontento popular. Y quiero ser muy enfática con aquello de lo popular, porque desde nuestras posiciones a mi parecer, algo ambiguas, no hemos logrado superar algunos prejuicios y generalizaciones, que le están haciendo un daño terrible a nuestras aspiraciones de un cambio que se sustente en bases sólidas. Lo he comentado en otros foros y espacios de este tenor y de una vez se ha desestimado el mensaje. No puede existir un cambio verdadero si éste no proviene del individuo mismo. Ese ejercicio reflexivo se está posponiendo a causa del inmediatismo de que algo suceda y pronto.

    En el segundo caso, estoy en el mismo predicamento, porque el reto es enorme, no es sencillo descifrar semejante empresa, porque tantas opiniones, tantas perspectivas ...tantos paradigmas, obligan a reagruparse en lo fundamental ...la coexistencia de las fuerzas en pugna. Y no creo que invisibilizando al que piensa diferente ya sea por convicción o por ignorancia es la vía para lograrlo.
    Acabo de comentar el estado de un escritor venezolano que observa cómo la persona que le ayuda en su hogar es caracterizada hacia un sector de la diatriba polìtica, solo por su apariencia ¿esto es justo? ¿es que acaso ser humilde es una definición automática de mi postura política? No lo veo así, y para mi pesar lo he observado en vecinos cercanos, que desde la soberbia y la arrogancia despachan a cualquiera que se atreva a cuestionar las estrategias de la guarimba, por ejemplo.
    Sigo pensando, o al menos es lo que me plantean los acontecimientos, que una salida a la fuerza no es la solución a los problemas que nos agobian.
    Ayer le ofrecían loas y alabanzas a un militar retirado, que desde el techo de su casa, fusil en mano, en una urbanización del este de Caracas, retaba al gobierno que lo apresara por ser uno de los sindicados de enviar mensajes de desestabilización.
    ¿Esto es digno de celebración? ¿Ahora los militares si tienen b... como decían algunos? ¿Seguimos aspirando a la peste militar tal como la caracterizaba el fallecido historiador Manuel Caballero? ¿No hemos aprendido nada?

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  2. Olvidé comentar a Blades y su famoso intercambio epistolar con los venezolanos y con el Sr. Maduro. Tengo igualmente algunas distancias con las apreciaciones del cantante panameño y solo puedo decirle que también leí la carta de la diputada Solórzano e igualmente tengo algunas observaciones que realizar, porque pareciera que esto de querer al país solo se limita a una militancia y tampoco lo veo así.
    Estoy de acuerdo, Blades se expresa maravillosamente en las letras de sus canciones y más que de su época de Pedro Navaja o el binomio maravilloso que conformó con Willie Colón, me quedo con algo más reciente ...su albúm Tiempos. Allí las letras pareciera que cobran vida y se proyectan a nuestro entorno político y social, cuando saltan al espacio al compás de la melodía.

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