miércoles, 12 de diciembre de 2012



                                       LA DESPEDIDA
Octavio Acosta Martínez


     No, no estoy despidiendo a nadie, a pesar de la actualidad bolivariana. Se trata de la Sinfonía No 45 de Franz Joseph Hayn, "La Despedida", o "sinfonía de los adioses", como también es conocida; o "Farewell", su nombre en inglés.

Sucede que hoy 12/12/12/ (singular día) estoy recibiendo un grupo de discos que compré en Amazon, entre los cuales se encuentra dicha obra.




     Ésta tiene una historia curiosa dentro de ella y tiene otra historia muy particular para mí. ¿Cuál es su historia interna?

     Fue compuesta para el príncipe Nikolaus Esterházi, mentor de Haydn para el año 1772. En esa oportunidad, el príncipe fue a pasar una temporada en su castillo de Esterháza, Hungría. Y como en esa época ho había equipos de sonido Sony, ni Samsung, ni siquiera un modesto Panasonic, para distraerse mientras no hacían nada, la nobleza llevaba consigo su propia orquesta. La orquesta de este príncipe estaba dirigida nada menos que por Haydn.


 

     Los músicos dejaron sus familias, sobre todo sus mujeres, en Eisentadt, por lo que no contaban con otra distracción que andar tras el príncipe para donde él quisiera pasear. Para colmo, la temporada se prolongó más de lo esperado y el príncipe no daba muestras de querer regresar. Los músicos no sabían como expresarle sus angustias sin que sonara a un irrespetuoso "¡ya basta!". Pero Haydn tuvo una idea genial y utilizó el lenguaje que él mejor dominaba: la música. Así, compuso una sinfonía con los clásicos cuatro movimientos para la época, con la particularidad de que el cuarto termina en un adagio donde cada músico, de acuerdo a un orden establecido, deja de tocar, apaga la vela de su atril (en eso, cuando ho había Cadafe, ya se parecía mucho al momento actual) y se retira. Al final sólo quedaron tocando dos violines con sordina, uno por el propio Haydn y otro por el concertino. Dicen las crónicas que el príncipe comprendió la indirecta -era un príncipe inteligente-, se sonríó y le dio vacaciones a los músicos, regresando éstos a tocar otros instrumentos en Eisentadt. Por eso a esta sinfonía se le conoce con los nombre que he dado arriba.

    ¿Cuál es mi propia historia? Cuando la escuché por primera vez yo era un estudiante de ingeniería y vivía en una residencia estudiantil en la Ciudad Universitaria de Caracas. Estaba dando mis primeros pasos en la apreciación de la música académica y asistía a todos los conciertos que se presentaban en el Aula Magna. En esa oportunidad (1961, 62, ..., por ahí) se presento allí el Festival Casals, con su propia orquesta, dirigida por Pau Casals. La despedida de este festival se hizo con la interpretación de esta sinfonía, representada tal como se hizo ante el príncipe. Los músicos sólo utilizaron velas en sus atriles para alumbrar las partituras, las fueron apagando y se marchaban, etc. Fue impresionante el Aula Magna a oscuras, mientras se escuchaba el sonido débil de los dos violines con sordina al final. Fue realmente una despedida muy emotiva, dejando un recuerdo imperecedero en mí.

    Pocas semanas después la escuché como "melodía incógnita" en una Programa de radio que se llamaba "Fantasías Dominicales". Reconocí la obra, escribí una carta al Programa, resulté premiado en el sorteo entre los que acertaron y me gané un tremendo disco de la Deutsche Grammophon.

     Mucho tiempo de ahora, viejo y jubilado, he estado buscando esta sinfonía. No la había encontrado ni siquiera en los viajes que he realizado a países donde no existe control de cambio y, por supuesto, ningún problema para conseguir todo lo que se produce en el mercado. Incluso, diferentes intentos en Amazon habían resultado infructuosos por uno u otro motivo. Pero hoy, porfín, la tengo en mis manos. Bueno, voy a disfrutarla. Los invito a que la escuchen. No importa que no tengan el disco. Se meten en youtube y allí está. Es lo que yo había hecho antes, sólo que a mí me gusta "tocar", como los músicos de Eisentadt.

    




























    

3 comentarios:

  1. Octavio,

    mil gracias por este regalo del 12/12/12. Te escribo mientras oigo el primer movimiento de esta maravillosa sinfonía que yo, La Despedida, a pesar de ser aficionado a la música clásica, desconocía. Y gracias por el anécdota sobre lo que aconteció en el Aula Magna. Yo tuve la suerte de ver a Casals en en Nueva York (en el maravilloso Carnegie Hall) conduciendo entre otras su obra El Pesebre (también en YouTube) y tocando su maravilloso chelo.

    Gracias, amigo, por este inesperado obsequio...

    ResponderEliminar
  2. Y gracias a ti, Miguel, por tu comentario. Qué bueno que viste a Casals, una experiencia única. Seguramente tendrás algo que contar de ese concierto. Me gustaría conocer.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Me gustó conocer esta historia. Gracias por compartirla.
    Tiene un estilo muy particular de "echar cuentos" y eso se agradece.
    Tengo una amiga escritora que como lema de su blog tiene un pensamiento relacionado a esto que le comento y dice algo más o menos así ..."¿qué es lo más importante para la humanidad después del papeo? Que le cuenten cuentos"
    Tonino Benacquista.
    Saludos y un abrazo

    ResponderEliminar